28 de mayo. Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres
1987 - 2007
20 años de lucha por la salud y los derechos de las mujeres
Declaración de compromiso de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe
En el marco del 28 de Mayo 2007, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, RSMLAC, ha lanzado un llamado para promover y defender la salud y derechos humanos de las mujeres, en especial sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos, con la decisión de re-politizar su enfoque y demandas. Hace dos décadas el tema central de este día de acción fue la prevención de la mortalidad materna, indicador de desarrollo humano que marca las diferencias más brutales entre países industrializados y países en desarrollo. Entonces se estimaba que cada año morían más de medio millón de mujeres –la mayoría en países en desarrollo– por causas relacionadas con el embarazo, parto, puerperio y aborto inseguro, realidad escandalosa que no era abordada con voluntad política por gobiernos y organismos responsables. Esta incoherencia entre derechos y condición de salud de las mujeres, especialmente en lo referido a salud reproductiva y maternidad, fue denunciada por el movimiento de mujeres; no obstante, veinte años después, observamos con indignación que este drama persiste.
El paradigma de la salud sexual y reproductiva y los derechos correlativos, afirmado en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo, y refrendado en la Conferencia Mundial de la Mujer de Beijing, amplió la agenda del movimiento de mujeres y estableció nuevos horizontes reivindicatorios. En la región latinoamericana y caribeña, desde 1996, el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres se enfoca en la defensa del pleno ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres, especialmente en dos principios básicos: la atención a la salud sexual y reproductiva, y el derecho a la autodeterminación sexual y reproductiva. No obstante, las sucesivas campañas realizadas desde entonces, nos permiten constatar que dichos derechos continúan ausentes en la vida cotidiana de las mujeres. propone, por tanto, que este 28 de Mayo se constituya en una jornada de reflexión y re-politización de nuestros objetivos de acción, analizando, entre otras, las siguientes problemáticas prioritarias: Persistencia de altas tasas de muertes maternas vinculadas a déficit en la atención de la salud reproductiva a causa de la desestabilización de los servicios básicos y la debilidad del papel del Estado como garante de los mismos, que se traducen en: baja cobertura, mala calidad de servicios, inequidad en el acceso, escasez de suministros esenciales, etc. Hoy las estadísticas reconocen cerca de 23 mil muertes maternas anuales en nuestra región, siendo el aborto inseguro una de las causas principales. Esto no se puede desligar tampoco, de los índices de pobreza que crecen escandalosamente y que tienen un impacto directo en la salud de las mujeres –las más pobres entre los pobres–, y de las distintas expresiones de violencia sexista.",1]
El paradigma de la salud sexual y reproductiva y los derechos correlativos, afirmado en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo, y refrendado en la Conferencia Mundial de la Mujer de Beijing, amplió la agenda del movimiento de mujeres y estableció nuevos horizontes reivindicatorios. En la región latinoamericana y caribeña, desde 1996, el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres se enfoca en la defensa del pleno ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres, especialmente en dos principios básicos: la atención a la salud sexual y reproductiva, y el derecho a la autodeterminación sexual y reproductiva. No obstante, las sucesivas campañas realizadas desde entonces, nos permiten constatar que dichos derechos continúan ausentes en la vida cotidiana de las mujeres.
La RSMLAC propone, por tanto, que este 28 de Mayo se constituya en una jornada de reflexión y re-politización de nuestros objetivos de acción, analizando, entre otras, las siguientes problemáticas prioritarias:
Persistencia de altas tasas de muertes maternas vinculadas a déficit en la atención de la salud reproductiva a causa de la desestabilización de los servicios básicos y la debilidad del papel del Estado como garante de los mismos, que se traducen en: baja cobertura, mala calidad de servicios, inequidad en el acceso, escasez de suministros esenciales, etc. Hoy las estadísticas reconocen cerca de 23 mil muertes maternas anuales en nuestra región, siendo el aborto inseguro una de las causas principales. Esto no se puede desligar tampoco, de los índices de pobreza que crecen escandalosamente y que tienen un impacto directo en la salud de las mujeres –las más pobres entre los pobres–, y de las distintas expresiones de violencia sexista.
Penalización del aborto inducido y potenciación del discurso fundamentalista contrario a la libre opción. El aborto clandestino y, por ende, riesgoso, es una realidad cotidiana en la región, calculándose que una de cada 4 muertes maternas corresponde a complicaciones del aborto. Es inaceptable que las mujeres, especialmente las más pobres y las adolescentes, continúen enfrentadas a legislaciones punitivas, arriesguen sus vidas y sean condenadas socialmente cuando desean ejercer su autonomía sexual y reproductiva. Restricciones en el acceso a servicios y suministros esenciales de salud sexual y reproductiva, tanto por disminución del flujo de donantes , el control de las empresas multi-nacionales farmacéuticas, como por presiones ideológicas y religiosas, generando demanda insatisfecha de anticoncepción (incluyendo la anticoncepción de emergencia), y de prevención y tratamiento de ITS/VIH/SIDA, entre otros.Ausencia de políticas públicas sensibles a la equidad de género en salud, y en otros casos la obstaculización de las mismas por parte de sectores fundamentalistas, en especial, desde la Iglesia Católica , la que insiste en erigirse como autoridad moral sobre la intimidad de las personas, incluso de quienes profesan otros credos o ninguno. Todo lo cual coloca en entredicho la vigencia del Estado Laico como condición esencial para la democracia. ",1]
Penalización del aborto inducido y potenciación del discurso fundamentalista contrario a la libre opción. El aborto clandestino y, por ende, riesgoso, es una realidad cotidiana en la región, calculándose que una de cada 4 muertes maternas corresponde a complicaciones del aborto. Es inaceptable que las mujeres, especialmente las más pobres y las adolescentes, continúen enfrentadas a legislaciones punitivas, arriesguen sus vidas y sean condenadas socialmente cuando desean ejercer su autonomía sexual y reproductiva.
Restricciones en el acceso a servicios y suministros esenciales de salud sexual y reproductiva, tanto por disminución del flujo de donantes , el control de las empresas multi-nacionales farmacéuticas, como por presiones ideológicas y religiosas, generando demanda insatisfecha de anticoncepción (incluyendo la anticoncepción de emergencia), y de prevención y tratamiento de ITS/VIH/SIDA, entre otros.
Ausencia de políticas públicas sensibles a la equidad de género en salud, y en otros casos la obstaculización de las mismas por parte de sectores fundamentalistas, en especial, desde la Iglesia Católica , la que insiste en erigirse como autoridad moral sobre la intimidad de las personas, incluso de quienes profesan otros credos o ninguno. Todo lo cual coloca en entredicho la vigencia del Estado Laico como condición esencial para la democracia.
Vacío jurídico en los países respecto del reconocimiento legal de los derechos sexuales y los derechos reproductivos y de la garantía de su ejercicio para todas las personas sin discriminación y, en consecuencia, incoherencia entre las legislaciones nacionales y el sistema internacional de protección de los derechos humanos. Esto dificulta su exigibilidad y la integralidad de su ejercicio. La salud de las mujeres responde a una multiplicidad de factores que trascienden los biológicos, dando cuenta más bien de cuál es su lugar en la sociedad, de la forma en que acceden a los recursos materiales y simbólicos para vivir una vida digna. Una vida con libertad, con igualdad de oportunidades, con trabajo, educación y vivienda. Una vida exenta de violencias de cualquier tipo. Una vida donde la sexualidad y la reproducción puedan ejercerse desde la autonomía. Hoy, claramente, eso no ocurre para millones de mujeres, en especial para las más pobres y las más jóvenes, para las que pertenecen a minorías étnicas/raciales y a minorías sexuales, para quienes la potenciación de discriminaciones, violencias y exclusiones las aleja aun más del goce de derechos. Este es nuestro desafío de acción como feministas, como campañas, articulaciones, redes y movimiento de salud de las mujeres, en el sentido de ser capaces de reformular nuestras estrategias, nuestras articulaciones, nuestros discursos y nuestras capacidad de incidir frente a una realidad intolerable, una realidad signada por modelos de desarrollo inhumanos, excluyentes, injustos, desiguales y discriminadores que nos enfrentan al deber de actuar.",1]
Vacío jurídico en los países respecto del reconocimiento legal de los derechos sexuales y los derechos reproductivos y de la garantía de su ejercicio para todas las personas sin discriminación y, en consecuencia, incoherencia entre las legislaciones nacionales y el sistema internacional de protección de los derechos humanos. Esto dificulta su exigibilidad y la integralidad de su ejercicio.
La salud de las mujeres responde a una multiplicidad de factores que trascienden los biológicos, dando cuenta más bien de cuál es su lugar en la sociedad, de la forma en que acceden a los recursos materiales y simbólicos para vivir una vida digna. Una vida con libertad, con igualdad de oportunidades, con trabajo, educación y vivienda. Una vida exenta de violencias de cualquier tipo. Una vida donde la sexualidad y la reproducción puedan ejercerse desde la autonomía. Hoy, claramente, eso no ocurre para millones de mujeres, en especial para las más pobres y las más jóvenes, para las que pertenecen a minorías étnicas/raciales y a minorías sexuales, para quienes la potenciación de discriminaciones, violencias y exclusiones las aleja aun más del goce de derechos.
Este es nuestro desafío de acción como feministas, como campañas, articulaciones, redes y movimiento de salud de las mujeres, en el sentido de ser capaces de reformular nuestras estrategias, nuestras articulaciones, nuestros discursos y nuestras capacidad de incidir frente a una realidad intolerable, una realidad signada por modelos de desarrollo inhumanos, excluyentes, injustos, desiguales y discriminadores que nos enfrentan al deber de actuar.
RSMLAC
28 de mayo, 2007.