Feministas tramando
SOBRE PARTICIPACIÓN POLITICA Y SOCIAL DE LAS FEMINISTAS
SOBRE PARTICIPACIÓN POLITICA Y SOCIAL DE LAS FEMINISTAS
Santiago, 5 de julio de 2006, Lanzamiento Memoria Encuentro Feminista 2005
Paula Santana Nazarit
Para qué participar...
Cuando hablamos de participación política, nos estamos refiriendo al espacio de la política, del Estado, gobierno, partidos políticos. Cuando hablamos de participación social, aparecen en escena las alianzas e integración con otros movimientos sociales y ciudadanos. Lo común que tienen ambas formas de participación, es que se quiere influir en el Estado, en las políticas públicas y en el tipo de sociedad en que vivimos. Esto sería en términos amplios y abstractos el para qué participar. Aterrizando un poco, actualmente, nos encontramos en un contexto político nacional e internacional y, en Chile, desde que se instaló el gobierno civil, que es receptivo y amigable hacia el discurso de la equidad de género. De hecho, varias reivindicaciones del movimiento de mujeres y feministas han sido tomadas por el Estado. En el caso de la violencia contra las mujeres, esto es patente...hoy, el Estado está implementando programas públicos para atender a las mujeres violentadas, a través de modelos de atención, una ley de VIF que ha sido modificada, ahora está en el plan de gobierno, abrir casas de acogida...etc. hoy las mujeres violentadas tienen una respuesta desde el Estado, aunque no es suficiente ni adecuada, pero lo cierto es que el Estado se ha hecho cargo. ¿Qué pasa entonces con las organizaciones feministas que han definido a la violencia contra las mujeres, como su estrategia política? Pues, claro, seguirán vigilantes al tipo de política que se implementa...pero con esto ¿estamos afectando la cultura patriarcal que reproduce la violencia contra las mujeres? Yo creo que no. Más bien, nos desgastamos en metas cortoplacistas y una vez que son acogidas por el Estado nos desorientamos y quedamos sin estrategia...sin política feminista, que vaya más allá de soluciones a medias.
Paula Santana Nazarit
Para qué participar...
Cuando hablamos de participación política, nos estamos refiriendo al espacio de la política, del Estado, gobierno, partidos políticos. Cuando hablamos de participación social, aparecen en escena las alianzas e integración con otros movimientos sociales y ciudadanos. Lo común que tienen ambas formas de participación, es que se quiere influir en el Estado, en las políticas públicas y en el tipo de sociedad en que vivimos. Esto sería en términos amplios y abstractos el para qué participar. Aterrizando un poco, actualmente, nos encontramos en un contexto político nacional e internacional y, en Chile, desde que se instaló el gobierno civil, que es receptivo y amigable hacia el discurso de la equidad de género. De hecho, varias reivindicaciones del movimiento de mujeres y feministas han sido tomadas por el Estado. En el caso de la violencia contra las mujeres, esto es patente...hoy, el Estado está implementando programas públicos para atender a las mujeres violentadas, a través de modelos de atención, una ley de VIF que ha sido modificada, ahora está en el plan de gobierno, abrir casas de acogida...etc. hoy las mujeres violentadas tienen una respuesta desde el Estado, aunque no es suficiente ni adecuada, pero lo cierto es que el Estado se ha hecho cargo. ¿Qué pasa entonces con las organizaciones feministas que han definido a la violencia contra las mujeres, como su estrategia política? Pues, claro, seguirán vigilantes al tipo de política que se implementa...pero con esto ¿estamos afectando la cultura patriarcal que reproduce la violencia contra las mujeres? Yo creo que no. Más bien, nos desgastamos en metas cortoplacistas y una vez que son acogidas por el Estado nos desorientamos y quedamos sin estrategia...sin política feminista, que vaya más allá de soluciones a medias.
Otro ejemplo del discurso amigable con la equidad de género de este gobierno es la propuesta de paridad política propuesta por Bachelet. Se plantea que más allá de los puestos políticos centrales del gobierno, a todo nivel de la estructura estatal, deben distribuirse los cargos igualitariamente entre hombres y mujeres. Parece revolucionario. Pero no es transgresor. Un cambio así impacta en el imaginario social y en el de las mujeres particularmente...seguramente van a querer tener más poder en sus casas...o van a reclamar más sus derechos...son potentes los cambios culturales que se podrían generar a partir de este hecho concreto...pero es también cierto de que es un arma de doble filo y que por al contrario de lo que queremos, las mujeres ubicadas en el poder de la masculinidad contribuirán a construir a hacer de éste, un sistema más bueno, mejor disfrazado y sofisticado en sus formas de dominación y perpetuación. Yo creo que esto sucede porque el feminismo no está presente. Entonces me pregunto: ¿De qué nos sirven mujeres feministas en el poder establecido si no actúan como tales, no son legitimadas como tales, sino que esconden sus verdaderos deseos y se hacen parte de la misma máquina? ¿De qué nos sirven feministas en el poder si no tienen vinculación con un movimiento feminista capaz de apoyarla y de exigir responsabilidad en su actuación política? Por otro lado, el actual gobierno más claramente que los anteriores de la concertación, le da un lugar privilegiado a la participación social. En este contexto, las ONGs y otras instancias del movimiento de mujeres y feministas, son llamadas a participar como parte de la “sociedad civil” (concepto amorfo que invisibiliza y quita identidad a sus actoras/es) en comisiones, grupos de trabajo, concursos y licitaciones públicas...siguiendo las palabras de Sonia Alvarez “las ONGs ahora son proclamadas "socias" claves del Estado”. Es una participación instrumental, en el mejor de los casos, consultiva, pero en general, es clientelista y una pantalla para validar las iniciativas gubernamentales.
El 8 de Marzo 2006 para mí fue decidor. En la organización oficial del 8 de marzo participaron feministas como representantes de sus ONG feministas y también muchas a título individual y resultó que más que nunca, el discurso, análisis y propuesta feminista estuvo invisibilizada, fueron los partidos políticos quienes hegemonizaron, y fue un 8 de marzo metido a presión en el discurso de gobierno, absolutamente esencialista (mujerista) y conservador.
En este punto, identifico dos problemas que yo considero más complicados:
1. Nuestra participación se reduce a entregar conocimientos técnicos que mejorarán sin duda los programas y políticas del gobierno en relación a las mujeres, o sea, se nos consulta “más como técnicas y menos como ciudadanas” (Sonia Álvarez). Pero al mismo, desaparecemos como movimiento social y político.
2. El tipo de participación oficial, es clientelista y genera competencia por los escasos recursos entre las feministas...esto obviamente, genera divisiones, cada cual rema para el lado que más le conviene y se pierden de vista los objetivos movimientistas del feminismo.
Lo anterior, se refiere a la participación vista como una relación bilateral con las instituciones del poder establecido, sin embargo, ya que el “Estado está ahí”, no se trata de hacer como que no existe, porque sus efectos en la vida de las mujeres y en el tipo de sociedad en que vivimos son reales. Entonces, creo que nuestra participación tiene que dar un viraje, darnos la vuelta y mirar a otros movimientos y expresiones sociales, salir del ghetto, la experticia y el anonimato y priorizar por establecer alianzas, negociar con otros/as y sobretodo, expandir el feminismo entre las mujeres de manera protagónica sin intermediaciones, y desde ahí, fortalecidas en la red social, plantearnos hacia el poder establecido. Creo que experiencias como la de las feministas de la Memoria Feminista y Las Clorindas, de participar como feministas en el movimiento de los/as estudiantes/as secundarios/as es un buen ejemplo de cuales son los espacios que interesa afectar. Porque sólo desde ahí, desde la autonomía y protagonismo y desde la integración con otros movimientos sociales, podremos decir lo innombrable, podremos proponer cambios que parecen utópicos...podremos exigir el aborto y el amor entre mujeres como un derecho humano de las mujeres y gritarlo a todas voces...podremos decir que la violencia contra las mujeres no es sólo la que está en las leyes...podremos negociar con el Estado y no perder nuestra dignidad en ello.
Desde donde participar...
“¿Las mujeres estarán siempre divididas entre ellas?
¿Lograrán alguna vez formar un único cuerpo?
Olympe de Gouges, 1791
Para responderme a esta pregunta, pienso en el movimiento feminista como lugar desde donde quiero participar. Los espacios que las feministas hemos creado para participar y afectar al sistema son múltiples: colectivos, redes, coordinadoras, ONGs. También hemos ocupado muchos espacios que no son feministas para, desde ahí, influir: organizaciones sociales, ONGs, estado, universidades...
Las feministas estamos en todas partes...en eso nos parecemos a una plaga, aunque éstas hacen daño y nosotras somos hasta inofensivas...
Las ONGs no nos sirven...actualmente son cada vez más funcionales al sistema porque su sobre vivencia las obliga, son espacios de trabajo pero no de actuación política feminista...debilitan al movimiento en tanto que captan los recursos y asumen liderazgos que debieran ser del movimiento. De alguna manera, reemplazan al movimiento feminista.
Por otro lado, las redes temáticas (foro de salud, red de violencia) como espacios de acción política feminista fueron creadas por feministas con fines funcionales a las estrategias de desarrollo. A pesar de esto, creo que las redes tienen potencialidad de movimiento, ya que son espacios donde las organizaciones que las integran tienen iguales posibilidades de hacer valer sus posiciones y acceder a los recursos, así como de participar de un proceso colectivo de politización de los temas que trabajan. Sin embargo, la competencia por los recursos, la cultura de los proyectos y las carencias con las cuales trabajan estas organizaciones y ONGs, son factores que distorsionan la perspectiva política y de más largo plazo que implica un cambio social como el que busca el feminismo.
“¿Cómo y cuando podremos sensibilizar al mundo sobre nuestro movimiento? No creo que la respuesta esté en tratar de rendirnos a un feminismo fácil, popular y de gratificación instantánea. Integrarse a la cultura pasiva y adaptarse a sus reglas es degradarse y negar la plenitud de nuestro significado e intención”.
A. Rich.
Actualmente, el movimiento feminista (como cuerpo visible a los ojos de la sociedad) no levanta una voz diferente a los discursos socialmente aceptados y ampliamente difundidos. El feminismo no está representando una alternativa al sistema...hoy, en que el discurso de la igualdad es tomado por los más diversos sectores políticos progresistas, de izquierda e incluso conservadores, el feminismo se queda sin proyecto propio, diferente, antisistémico. Frente a esto, el movimiento feminista, debe radicalizarse, volver a sus orígenes de proyecto transformador. Algunos sectores del feminismo llevan trabajo adelantado en esta reflexión política (como la corriente de las autónomas), pero es algo que debe emprender el movimiento en su conjunto. Adrienne Rich habla de como concibe un movimiento transformador:
“Nuestro proceso podría ser revolucionario pero no transformador...Para, muchas de nosotras, la palabra “revolución” en sí misma se ha vuelto no solamente una reliquia muerta del izquierdismo, sino también el callejón sin salida de una política machista: la “revolución” de una rueda que después de un giro regresa al mismo lugar; la “puerta giratoria” de una política que ha liberado a las mujeres sólo para utilizarlas y solamente dentro de los límites de la tolerancia masculina. Cuando hablamos de transformación, estamos hablando exactamente de la visión de un proceso que no debe dejar sin modificar ni superficies ni profundidades y que penetraría en la sociedad en su nivel más esencial para acabar con la subyugación de las mujeres y de la naturaleza por parte de los hombres”.
Finalmente, creo que la participación social y política sólo tiene sentido en la medida en que seamos un movimiento social capaz de afectar al sistema....y para ello es fundamental reestablecer como estrategia política los espacios autónomos feministas desde donde hacer movimiento y el protagonismo de las mujeres, porque “los proyectos feministas tienen un horizonte más amplio que la derrota de situaciones contingentes...” (Margarita Pizano)
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